Cuadernos 539-40

Cuadernos Hispanoamericanos, No. 539-40 mayo-junio de 1995, pp. 145-51

  • Pompeyo Gener y los escritores hispanoamericanos

Cuando el catalán Pompeu Gener (1848-1920) publico en París en 1880 La mort et Ie diable, aun no había estallado en Hispanoamérica el movimiento renovador que conocemos como modernismo. Muchos de los jóvenes bohemios que más tarde protagonizarían este acontecimiento tampoco habían realizado el tan anhelado viaje a la capital francesa. Marti es una de las pocas excepciones, pues en 1879, después de entrevistarse con Cristino Martos, salió clandestinamente de España hacia Francia y permaneció en París cerca de un mes, José Asunción Silva Ilegaría en 1884, Vargas Vila en 1890, Amado Nervo en 1900, Leopoldo Lugones en 1906. A Rubén Dario, que arribó en 1893, lo recibió el joven guatemalteco Enrique Gómez Carillo, ya instalado en el barrio latino.

Sin duda, el positivismo que Gener había difundido y cuyo método puso en práctica en La mort et Ie diable, no Ie era ajeno a estos jóvenes que buscaban las sensaciones mas complicadas, la belleza más exquisita, las gemas más raras y las mujeres mas voluptuosas. Hasta cierto punto, huían de un medio ambiente vulgar, bárbaro e incapaz de comprenderlos. Su propuesta estética no solo pretendía renovar las letras, sino que atacaba los valores burgueses que adornados con las ideas de orden y progreso, servían de argumento a la oligarquía criolla para justificar las desigualdades generadas por el capitalismo dependiente con el que se vinculaban al mundo moderno.

La muerte y el diablo es la obra más positivista que se conoce en la España de finales del XIX, y la más ambiciosa. Con ayuda del método científico, su autor analizaba el contenido ideológico de las distintas religiones en el mundo antiguo y en la Edad Media, hasta proclamar su inutilidad en la época positiva, es decir, la del pensamiento científico. Obviamente, sus juicios se apoyaban en factores como raza y medio ambiente.

Con estos elementos atacaba a la religión judeocristiana que en nombre de un dios severo, según el, imponía el triunfo de la muerte sobre la yida. La obra causó revuelo en la Iglesia, que se consideró insultada y reaccionó excomulgándolo. En Hispanoamérica, en cambio, el libro fue recibido con entusiasmo. De ello dan cuenta las cartas que Gener recibió de los amigo de la otra orilla (1), los cuales reconocen el efecto benéfico que les causó su lectura. EI positivismo había entrado en España a través de Francia y de las traducciones que allí se hacían de autores como Darwin -EI origen de las especies se traduce en Francia en 1862-, Spencer y Mill. En diciembre de 1875 sale en Madrid el primer número de La Revista Contemporánea, que se convierte en el principal órgano de difusión de las ideas neokantianas y positivistas. En los Ateneos de Madrid y Barcelona, Gener y Estasén inauguran una serie de conferencias donde venden a la burguesía las ideas de estabilidad y progreso en que se apoya el positivismo, filosofía que se pondrá en práctica durante la Restauración monárquica (2).

En Hispanoamérica el positivismo había encajado al principio con las ideas de libertad y progreso que imperaban entre los liberales que querían acabar con las secuelas del colonialismo. Posteriormente, los sectores conservadores compaginaron sus principios con las ideas de orden y progreso. La. muerte y el diablo es un libro optimista que marca la decadencia de una época en la historia de la humanidad y celebra el comienzo de la etapa positiva.

El argentino Arturo Capdevila afirma que Gener influyó saludablemente en Rubén Darío (3). Lo cierto es que la amistad de estos dos personajes se evidencia tanto en su correspondencia como en sus escritos. En España Contemporánea Darío se refiere a Gener como «al gran Peyus», tal como Io llamaban los amigos íntimos. Mas tarde, Ie abrió las paginas de la revista que dirigía en Paris, Mundial Magazine, donde se publica E/ Capitán Proteo, gesto que Peyus agradeció dedicándole el libro y situándolo entre la pléyade de sus Supemacionals. Al enterarse de que Darío estaba al frente de Mundial, Gener Ie escribe una carta el 8 de junio de 1911, ofreciendo su colaboración: Mi distinguido amigo: he sabido que V dirige la magnifica revista titulada Mundial Magazine y recordando nuestra antigua amistad de París y de Madrid, me dirijo a V. para que me admita como colaborador en dicha revista ya que mi nombre no solo es conocido en Europa, sino apreciado también en todas las Américas Latinas (4). Dario responde el 14 de junio, disculpándose: Mi distinguido y siempre recordado amigo: no Ie escribí pidiéndole colaboración por no tener sus señas. Todo lo que me envíe será aceptado, con tal de que sea «ilustrable».

Otro de los amigos y admiradores de Gener es el argentino Emilio Belisso (1878-1922) que en carta de octubre de 1917 Ie expresa su admiración, recordando que fue Darío quien Ie dio a conocer su obra: De los escritores españoles es usted -Gener- uno de los más leídos aquí. No hay persona culta que no conozca sus obras: La muerte y el diablo, Herejías, Literaturas Malsanas y Amigos y maestros. Hace veinte anos el gran Rubén Darío me recomendó su producción. EI insigne poeta estimaba mucho a Usted (6).

Cuando en 1899 Darío visitó Barcelona, Gener había publicado otros dos libros polémicos: Herejías, cosas de España, atacando la tradición hispánica y Literaturas malsanas, criticando el simbolismo, el impresionismo y el decadentismo, tendencias que a su juicio eran manifestaciones de una enfermedad que no contribuía a la exaltación vital en que se apoyaba su positivismo.

Pero esta crítica al simbolismo y al decadentismo que Darío se apropio para su arte no fue un obstáculo para que entre el y Gener se diera una afinidad intelectual. En cambio, en la crítica a los valores de la hispanidad, entendida como arraigo en la tradición y en la Iglesia, como resistencia al progreso, coincidían los dos, porque en Hispanoamérica estos valores encarnaban el sistema colonial y en Cataluña significaban opresión. Gener defendía la libertad en el arte, en la política y en la vida, pero matizada con una actitud aristocratizante. En política, Gener era contrario a la igualdad por ser, según el, un principio cristiano, idea que, como se sabe, Nietzsche desarrolla en su obra. Esto explica el entusiasmo de Gener por el filósofo y su particular interpretación del mismo (7). Dario no solo pone en práctica ese afán de libertad en el arte renovando el verso, sino que hace del arte una forma de vida y su vida tiene sin duda el mismo carácter aristocratizante de la de Gener.

La figura «dartafianesca» (8) de este catalán excéntrico despertó la admiración de muchos de los que lo conocieron, no solo por su erudición y anticlericalismo, sino por su espíritu bohemio y fino humor. El bon vivant que se manifestaba en la vida social encajó pronto en ese ambiente. El cubano Jose de Armas (1866-1919) corresponsal en Madrid de EI Heraldo de Cuba y El Mundo, autor, entre otros de un libro sobre el Quijote, Ie escribe una carta el 10 de diciembre de 1915, lamentándose de haber fracasado en las gestiones ante la editorial mencionada, para la edición de las obras completas de Gener, sin dejar de recordar como lo conoció: Fue en 1884 cuando un hombre muy sabio, aunque desconocido y a quien yo quería como a un padre, (el Dr. Joaquín Lebredo), me recomendó la lectura de La mort et Ie diable. Lebredo, dice, era un médico muy conocido en Cuba, positivista convencido y discípulo de Littre. Del libro de Gener, dice Armas: La obra hizo en mi una impresión profunda; me indujo a pensar seriamente, y por primera vez en asuntos trascendentales; me inspiró el deseo de leer otros libros de filosofía, y desde entonces, cuanto he vista publicado por usted lo he leído con interés vivísimo (9). La versión española de La mort et Ie diable se edita en 1880 y, como vemos en las declaraciones de Armas, este ya lo había leído en 1884. De modo que es posible que la obra de Gener entrara en America a través de la isla. Leopoldo Lugones, que Ie escribe a Gener desde Paris, en 1911, también Ie expresa su admiración, después de leer el estudio sobre Miguel Servet, alabando su estilo sintético y analítico; imparcial y entusiasta. Del mismo modo, el mexicano Federico Gamboa (1864-1839) (10), Ie escribe una carta elogiosa después de leer Del presente, del pasado y del futuro.

Pero quizás Vargas Vila (Bogotá, 1860 - Barcelona, 1933) (11) sea el que más estrechamente se relaciona con Gener. El hecho de que el colombiano fijara su residencia en Barcelona favorece sin duda el acercamiento, Gener es para el virulento panfletario colombiano el «sobrio alquimista de Diablo y la Muerte». Así Ie llama en una carta que Ie envía desde París en 1913, donde se disculpa por no haber podido conseguir que se editara Literaturas Malsanas en la editorial Ch. Bouret (12). Cita mal el titulo del primer libro de Gener, es cierto, pero en Sombra de águilas Ie rinde homenaje situándolo entre los seis pensadores europeos más importantes de finales del siglo XIX. Del mismo, modo señala la influencia de Gener en Hispanoamérica: Ningún otro escritor ha ejercido en América, la influencia que Pompeyo Gener, ha tenido sobre las almas pensadoras del continente (13). Pese a considerarse anárquico y por consiguiente contrario a todo método, Vargas Vila alaba en Gener su ciencia medica, su temperamento analítico. Pero lo que mas Ie entusiasma es su estilo fuerte, conciso, sentencioso y, sobre todo, su valor al desafiar los rayos de la Iglesia. Gener y Vargas Vila comparten más de una pasión: el anticlericalismo, la libertad de pensamiento, la libertad estética y la admiración por el genio artístico a quien confunden con el superhombre de Nietzsche.

Gener, agradecido por los elogios de Vargas Vila, Ie escribe una carta que se publica el 5 de diciembre de 1917 en EI Diluvio: Nunca hubiera creído merecer tanto, sobre todo desde que no hallo más que ingratitud y olvido en mi propia patria. Nada más alejado del optimismo de Gener que el pesimismo de Vargas Vila. Sin embargo, Gener refiere la afinidad entre ellos en un artículo publicado en la Revista Cervantes en 1916: Efectivamente, leyendo los libros de Vargas Vila nos hemos encontrado que pensaba lo mismo que nosotros, pero al revés; él partía de la muerte como término positivo del «en sí» de las cosas, y nosotros de la Vida; él veía como supremo bien el no ser, y nosotros el vivir, el ser, el luchar (14).

Las coincidencias respecto a los juicios que tienen sobre algunos autores de la antigüedad clásica establecen otros puntos de contacto que se apoyan en lecturas comunes. Gener lo señala de este modo: En una cosa nuestra comprensión y en varias nuestros sentimientos han sido idénticos. En el entusiasmo ante la antigua Grecia. Parece que haya leído una obra inédita nuestra: EI intelecto de la Grecia antigua. Para él, como para nosotros, Esquilo fue superior a Aristófanes. En este se mostró ya un espíritu de decadencia (15).

Como es sabido, los modernistas se oponen al sistema filos6fico positivista, buscando sugerencias, misterios y realidades intangibles en la vida. Sus protagonistas viven en París la ficción de ese mundo ideal. Pero esto no es un obstáculo para que Gener sea leído con entusiasmo, pues su espíritu positivo apunta más a la superación del individuo (o mejoramiento de la especie, desde el darwinismo social), mediante una mayor sensibilidad artística, que a su encasillamiento en unas condiciones culturales y medio-ambientales. En un texto escrito en 1882, «París medio intelectual cosmopolita», Gener ofrece una visión de París donde se encuentra la apreciación justa de lo que cada uno vale. En un medio provinciano el individuo se estanca, según él. En París todo el que tiene inquietudes ve como su inteligencia crece y se desarrolla.

A diferencia del anticlericalismo de algunos escritores peninsulares, el de Gener es de otra sustancia. No necesita blasfemar para combatir a la Iglesia; recurre a la investigación científica más actualizada para explicar el fenómeno religioso. Al día en lo que al pensamiento europeo se refiere, maneja una bibliografía más afín a las lecturas de la intelectualidad en Hispanoamérica que en España. En París asiste a los cursos de Charcot y Claude Bernard, busca a Littré, se inicia en el estudio de las religiones y edita La Mort et Ie diable del que había publicado varios capítulos en La Revista Contemporánea. Por todo ello se Ie considera el introductor del modernismo en España. Lo cierto es que Gener sirve de puente entre Francia y España. No solo trae de allí las novedades europeas, sino que difunde la literatura española y catalana en la revista Le Livre.

EI positivismo filosófico entró en Hispanoamérica al mismo tiempo que en España, lo cual es explicable si, como se ha dicho, las jóvenes naciones quieren dejar atrás el orden colonial asociado a los valores hispánicos y adoptar las modernas ideas que circulan en Francia. En México entran estas ideas hacia 1867 a través de Gabino Barreda (1818-1881), quien aplicaba la doctrina de Comte a la realidad nacional, diferenciando tres etapas en la historia de su país: la colonial, correspondiente al «estado religioso »; otra a partir de la independencia, «el estado metafísico», y el comienzo de un nuevo periodo, el «positivo», caracterizado por el orden y el progreso. A Chile llega la nueva escuela a través de autores como José Victoriano Lastarria que dice conocer la filosofía positiva desde 1868. A Puerto Rico y República Dominicana llega a través de Eugenio Maria de Hostos que presencia en España la revolución de 1868 (16). En muchos países se adelantan reformas importantes en la educación. Se fundan escuelas normales laicas. En Colombia, los liberales radicales que querían libertad absoluta adelantaron la desamortización de los bienes de la Iglesia, ocasionando con ello fuertes enfrentamientos y guerras civiles. Estas medidas de orden político y social contrastan con la realidad económica del continente: dependencia de las potencias europeas y de Estados Unidos, lo que necesariamente produce un desfase entre el desear, el hacer y el decir, desfase que explica muchas de las contradicciones de los escritores modernistas.

La conciliación entre el carácter conservador del positivismo y el espíritu libertario y hasta anarquista es explicable entre estos intelectuales hispanoamericanos atrapados en dos mundos. De sus países rechazaban el caos, la violencia y las dictaduras. De Europa admiraban lo que no tenían sus países: el bienestar, el estimulo intelectual y artístico, la libertad de pensamiento, el ritmo veloz de la vida moderna, el cosmopolitismo que los convertía en ciudadanos del mundo. Pero la consolidación de ese mundo en Europa había sido posible, en parte, gracias a la adopción del espíritu positivista por la clase burguesa. Aplicar esta filosofía alas convulsionadas republicas hispanoamericanas no era una empresa fácil. José Asunción Silva, en su novela De sobremesa, plantea esa dificultad. La propuesta de José Fernandez es una dictadura que imponga el progreso a la fuerza, como lo hiciera Juan Vicente Gomez en Venezuela. Gener proponía para España -que representa el atraso, frente a los avances que se aprecian en Cataluña- una «dictadura científica».

La afinidad de criterios fue la clave de estas relaciones de amistad donde se mezclan los favores que se solicitan, las gestiones editoriales, las opiniones políticas y las propuestas literarias con las tragedias cotidianas. Gener conoció la gloria, el reconocimiento fuera de su país y el desdén de sus conciudadanos al final de sus días. Fue amigo de Apeles Mestres, de Ramón Casas y de Miguel Utrillo, con quienes coincidió en París. Hacia 1900 los catalanistas lo rescataron para la revista Joventut. Pero este periodo duró solo seis años, al cabo de los cuales se Ie ignoró. Desilusionado, Gener volvió los ojos sobre la juventud hispanoamericana a la que había dedicado Inducciones, en 1900. Fueron sus amigos de la otra orilla quienes siempre Ie recordaron como el genial autor de La muerte y el diablo y Ie ofrecieron un espacio en las páginas de sus revistas: Nosotros, La Nación, Caras y Caretas de Buenos Aires donde Ie pagaban cincuenta pesetas por colaboración, Mundial Magazine de Paris e Hispania de Londres, revista fundada por Santiago Pérez (Bogotá, 1858 - Londres, 1916) (17) -presidente de Colombia, liberal radical-, a la que llega por mediación de Vargas Vila. Sus amigos hispanoamericanos también lo secundaron en la quijotesca búsqueda de un tesoro en Venezuela, empresa en la que involucro a Pedro Emilio Coll y a Manuel Díaz Rodriguez (18), para que Ie ayudaran a encontrar a Domingo Antonio Coronil, descendiente del jesuita que enterró el supuesto tesoro, durante la guerra de independencia.

Quizás esa mezcla de lucidez y fantasía, de arrogancia y elegancia, de dignidad e ingenuidad, cautivo a los hispanoamericanos que lo conocieron. ÉI, por su parte, presumía de tales relaciones. En 1890 publicó en el periódico La Época de Madrid una noticia en la que anuncia que el gobierno de Chile no solo lo nombraba académico, sino que Ie ofrecía el cargo de director de la Escuela de Altos Estudios de ese país, pidiéndole que «fije las condiciones». Gener fue un intelectual cosmopolita que se había paseado por las ciudades europeas; había conocido la gloria en París y la fama en Hispanoamérica. Enfermo y pobre al final de sus días, solo Ie que quedaba la opción de presumir con amargura de sus importantes amigos franceses y americanos en esa España de Machado que, «desprecia cuanto ignora»

Notas

1.-La correspondencia inédita de Gener que se conserva en el Archivo Histórico de Barcelona -a la que tuve acceso, gracias a una beca de la Caixa de Catalunya-,incluye cartas de Rubén Dario, Roberto Payró, Leopoldo Lugones, Federico Gamboa, Pedro Emilio Coll, Manuel Díaz Rodriguez, Emilio Berisso y J.M. VargasVila.

2. Diego Núñez, La mentalidad positiva en España, desarrollo y crisis, Madrid, Tucar Ediciones, /975, analiza la recepción del método positivista entre la clase política española de finales de siglo XIX.

3.- Capdevila, Arturo, Ruben Darío, «un bardo rei», Madrid, Espasa Calpe, 1946, pag 22.

4.- Ver Álvarez, Dictino, Cartas a Ruben Dario, Madrid, Taurus, 1963, p. 190.

5.- Berisso alcanzó cierta popularidad con su drama Con las alas rotas. Fue colaborador de Nosotros, revista literaria que dirigían Roberto Giusti y Alfredo Bianchi.

6.- Dario es sin duda un importante difusor de la obra de Gener que debió conocer durante su estancia en Santiago de Chile, pues en 1889 se edita allí mismo un libro de Jorge Huneeus, Estudios sobre España, Santiago, Jover Editores, donde se menciona la importancia de La Muerte y el diablo y se considera a su autor «el representante mas glorioso» del progreso de la nuevas ideas en España.

7.- Gener es uno de las más entusiastas difusores de Nietzsche. En las revistas Joventut y I'AvenÇ, tradujo y comentó fragmentos de Así habló Zaratustra. Asimismo hizo una traducción y edición de El Anticristo y el ascetismo cristiano, Barcelona, Lezcano Ca. Editores, s/f.

8.-Ver Vargas Vila, Diario secreto, Edición de Consuelo Triviño, Bogota, Arango Editores-El Ancora Editores, 1989.

9.- Ver Archivo Personal de Gener, capsa W 9, Arxiu Historic de la Ciutat, Barcelona.

10.- Federico Gamboa destaca entre los escritores modemistas. Es autor de novelas como Santa, La lIaga. -

11.- José María Vargas \lila, destaca en el ámbito de las letras hispanoamericanas por sus airados panfletos contra el imperialismo norteamericano. Fue uno de los autores más leídos de habla hispana, Sus novelas eróticas, de estilo descuidado, eran piedra de escándalo, por lo que la Iglesia prohibió su lectura. Maestro en el arte de injuriar, este colombiano es una figura excéntrica y extravagante para muchos de los críticos de su tiempo.

12.- Ver Archivo Personal de Gener, capsa Nº 10 Arxiu Historic de la Ciutat, Barcelona.

13.- Vargas Vila, J. M., Sombra de águilas, Barcelona, Ramón Sopena, 1919,

14.- Gener, Pompevo, «Figuras contemporáneas: Vargas Vila», Revista Cervantes, Número 1, Vol. 2, Madrid, septiembre de 1916, p 27.

15.- Ver Archivo Personal de Gener, capsa Nº 10 Arxiu Historic de la Ciutat, Barcelona.

16.- Ver Fernández, Teodosio, Los géneros ensayísticos hispanoamericanos, Madrid,Taurus, 1990; Oviedo, José Miguel, Breve historia del ensayo hispanoamericano, Madrid, Alianza, 1991; Eugenio María de Hostos, Edición de Ángel López Cantos, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1990.

17.- Santiago Pérez fue presidente de Colombia durante el periodo liberal radical. Exiliado en Londres durante el periodo regeneracionista liderado por Rafael Núñez, trabaja por la causa liberal desde su revista.

18.- Ver Archivo Personal de Gener, Capsa Nº 10, Arxiu Historic de la Ciutat, Barcelona.

19.- El texto de las cartas ha sido normalizado en su ortografía.